ARTECHOUSE NYC es, sin duda, una de las experiencias artísticas más llamativas que pueden vivirse en Nueva York. Enclavada bajo el emblemático Chelsea Market, ARTECHOUSE se posiciona como uno de los principales agentes de arte en esta nueva era digital.
En sus instalaciones podremos recorrer un inspirador espacio repleto de arte inmersivo e interactivo, donde cualquier artista podrá exponer sus obras, mediante una disruptiva plataforma que experimenta con tecnologías de vanguardia y las nuevas formas de expresión creativa.
Geometric Properties es un ejemplo perfecto de lo que sucede en ARTECHOUSE NYC, y podrá disfrutarse hasta septiembre de 2021. Esta exposición, con unos visuales creados por el artista holandés Julius Horsthuis, y con la banda sonora original de Michael Stearns y David Levy, ha sido la última en llegar al centro artístico. Con 30 minutos de duración, es toda una experiencia para los sentidos, pues, según el autor, hace reflexionar al visitante sobre su propia existencia mediante el flujo y superposición de patrones geométricos.
Y por si ARTECHOUSE NYC aún no destacaba lo suficiente, su esencia se ve reforzada por la instalación de tecnología hiperrealista L-ISA de L-Acoustics. Diseñada y desarrollada especialmente para el local en septiembre de 2019, L-ISA hace realidad los sueños de los artistas, al llevar sus obras más allá del lienzo, para expandirlas también a lo auditivo.
La distribuidora de Queens, See Factor, fue la encargada de proporcionar un sistema de sonido integral de 31 canales formado por 20 altavoces X8 para exteriores, 10 altavoces 5XT para las zonas superiores e interiores y dos subwoofers SB15m, que funcionan como un solo canal mono. El sistema completo está alimentado por seis amplificadores LA4X, y procesado mediante la tecnología inmersiva de L-ISA.
La configuración sonora está complementada por un sistema de proyección láser rasterizado de Barco, con 150 megapíxeles y 16K
Uno de los mejores accesorios para L-ISA, según varios compositores y diseñadores de sonido artístico, es el plugin L-ISA Source Control, capaz de adaptar y localizar una partitura o pieza musical al entorno inmersivo. Uno de los grandes usuarios de esta función es el compositor berlinés Kerim Karaoglu, que se encargó del diseño musical para la inauguración de ARTECHOUSE NYC en la exposición Machine Hallucination, de Refik Anadol. Gracias a este plugin, las salidas del procesador se convierten en archivos multipista que pasan a reproducirse en el servidor multimedia AV interno. El MADI del ordenador pasa a ser analógico a través de un RME M32 Pro, amplificado por los LA4X. Sin lugar a dudas, L-ISA logró ocupar un papel central en la instalación, y también en el concepto artístico, posibilitando a los artistas ofrecer al público verdaderas experiencias sonoras multidimensionales.
“ARTECHOUSE nos ha regalado muchas cosas en varios sentidos”, confiesa Jesse Stevens, diseñador y creador de la instalación. Él fue quien trabajó al lado del equipo de ARTECHOUSE para crear un sistema adaptado a los requisitos y limitaciones del diseño (uno de ellos era no instalar altavoces en la zona de proyección). “Teníamos que crear un sistema que ya no solo fuera adecuado desde el punto de vista de la ingeniería, sino que también cumpliera con los objetivos creativos. Tenía que adaptarse a la idea de cualquier artista, así como complementar su trabajo si así lo deseaban”. Stevens se encargó de la mezcla sonora para Machine Hallucination, y dice que integrar la partitura de Keraoglu fue un sueño hecho realidad.
Stevens asegura que Geometric Properties ha sido una instalación única en su clase, dividida en dos ideas o conceptos, marcados por el contraste de las partituras de los compositores Michael Stearns y David Levy. La partitura de Levy es la primera en aparecer y, en palabras de Stevens, es como “el tráiler de una película de acción”. “Su composición es muy dinámica, marcada por una fuerte presencia cinematográfica. Para abarcar una mezcla tan compleja con L-ISA, tuvimos que coger todos los elementos de la partitura, separarlos y colocarlos en diferentes lugares de la sala. Además, tuvimos que desarrollar una especie de transición entre los elementos para matizar esa sensación de realismo inmediato”.
Además, la mezcla tenía que abordarse desde todos los ángulos, porque el público no se encuentra estático en la sala, sino que va moviéndose de un lado a otro, experimentando los diferentes efectos de la exposición. “Hay muchos elementos que fomentan esa sensación de dinamismo entre las distintas piezas de la obra. Aún así, tuvimos que asegurarnos de que todas las perspectivas de audio coincidieran con las perspectivas de los efectos visuales. Esto solo fue posible gracias a L-ISA”.
En lo que respecta a la partitura de Michael Stearns, Stevens la describe como mucho más tenue y ambiental. “Era genial que el público tuviera un descanso después del frenesí de la primera parte, pero igualmente, quisimos mantener la energía. Para esta parte, primero diseñé y previsualicé los efectos de sonido y la mezcla en mi estudio, y luego se lo envié todo a Michael, Julius y Riki, para que me dieran su opinión y realizaran los cambios que consideraran oportunos. La partitura de Michael cuenta con muchos efectos de sonido, por lo tanto, nuestra mezcla tuvo que ser muy detallada y sincronizada con mucho cuidado con el resto de efectos visuales. Como en la primera parte de la exposición, aquí el dinamismo ocupa un lugar trascendental, que solo fue posible desarrollar con L-ISA”.
Stevens consiera que L-ISA fue una mente creativa más de este proyecto. “Es increíble lo intuitiva que es su interfaz. Por ejemplo, insertamos todo el audio en un sistema Pro Tools, y después grabamos la automatización para colocar el sonido en movimiento en Pro Tools. Después, controlamos toda la mezcla con L-ISA, escuchamos cada elemento por separado para pasar a grabar su posición o trayectoria en tiempo real. Poder superponer cada uno de los elementos mientras grabábamos fue importantísimo para abordar una mezcla tan compleja y a gran escala”.
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